2 de agosto de 2011

"¡Ehhhhh, putooooo!"

Por Arturo Rodríguez
@ArturoRT


Honestamente no sé qué pensar del uso de la ya famosa frase “Ehhhhh, putooooo” en los partidos de la Selección Mexicana. Cada vez que la escucho, ya sea en vivo o a través de la televisión, siento una rara mezcla de sensaciones que, segundos después, se hacen acompañar de argumentaciones racionales en contra y a favor de su uso. Para aquellos despistados o poco aficionados al deporte que no saben de lo que estoy hablando, aquí les va una breve explicación: resulta que cada vez que el portero del equipo contrario al TRI va a hacer un saque de meta, las gargantas de todos los vestidos de verde en el estadio se unen en un “Ehhhhh…” que culmina en un “… putooooo” en cuanto el guardameta finalmente le pega al balón. Este corito tiene historia y ha sido cantado desde hace ya unos años; yo escuché la frase por primera vez en el Mundial Alemania 2006. De hecho, recientemente la tradición ha evolucionado y cuando nuestro portero despeja el balón el coro cambia a un “Ehhhhh FUUUAAA” (mis opiniones sobre el FUA las guardaré para otra ocasión).

Más allá de lo divertido (o no) que pueda ser unirte a una masa de almas con las que compartes una pasión – y, como si fueras niño chiquito, mover tus manos para mandarle “malas vibras” al portero - creo que hay algo fundamentalmente cuestionable en esta tradición futbolera. ¿Por qué la palabra puto?


Según la RAE puto se define como “hombre que tiene concúbito con persona de su sexo”. Estrictamente hablando la palabra no conlleva ningún significado peyorativo, por lo que no tendría nada de malo cantar “Ehhhhh putooooo” a los cuatro vientos - sobre todo si al portero le guste darse sus besos con el delantero. Sin embargo, sabemos que en la cultura mexicana la palabra lleva consigo una carga negativa que denota un desprecio a la orientación sexual distinta a la heterosexual. En México eres puto si no eres hábil en los deportes; eres puto si, entre un grupo de hombres, no demuestras la suficiente “hombría” para sabrosearte a una mujer en el antro; eres puto si te gustan las artes; eres puto si escuchas a Luis Miguel; y, como dice la canción, hasta se es puto si no brincas o no echas desmadre.

Evidentemente es erróneo pensar que toda persona que se une al unísono en el estadio es homófobo; debo aceptar que yo mismo, en la emoción del momento, he levantado mis manos junto con el resto de los aficionados y he gritado la infame frase a los cuatro vientos. Sin embargo, a pesar de que es evidente que no toda persona participa en el canto impulsado por su propia homofobia, sí existe una homofobia cultural que hace a la tradición intrínsecamente inapropiada. ¿Por qué esperaríamos que el portero se ofenda? ¿Qué tiene de malo que a un hombre le gusten los hombres? ¿Qué tiene de malo ser puto?

En México hay mucho por hacer para cambiar esta ideología que nos dicta que el tener preferencias sexuales diferentes a la mayoría es malo y por ende razón de burla y desprecio. Es válido cuestionarse el por qué no se le grita al portero “Ehhhhh, indígena”, o “ehhhhh, negro” o ”ehhhhh, judío”. A final de cuentas, todos estos son grupos minoritarios dentro de nuestra sociedad; sin embargo, no vemos que se les falte al respeto de esta manera y a esta escala. Y no lo vemos porque es incorrecto hacerlo. Si no estás convencido, te invito a ver este vídeo de la Campaña contra la Discriminación “Kick it Out” producida por la Federación del fútbol Inglés.

Lo alarmante de esta tradición en los estadios es que el fútbol es para el mexicano lo que para el Papa es la Biblia. Un mexicano promedio es católico, le gustan los tacos y ama el fútbol (¡caray, quizá hasta así lo defina la RAE!). Sí el fútbol corre por las venas del mexicano, cómo se logrará el progreso hacia una sociedad más libre y respetuosa de las decisiones de vida de los demás, si a algo tan innato en la cultura de México, se le añade una tradición por naturaleza inapropiada. Seguro en cada estadio, junto a los miles de aficionados al TRI, hay niños vestidos de verde que ven esta tradición en cada partido. ¿Qué impresión se llevan a casa?

Sí la visión de la homosexualidad va a cambiar de verdad en México debe de empezar en las áreas más cercanas a nuestra identidad nacional. Es por eso que, desde hoy, cantaré el Cielito Lindo en los estadios y gritaré “Gol” a los cuatro vientos, pero nunca más gritaré “Ehhhhh, putooooo”. Te invito a que reflexiones y a que la próxima vez que el contrincante vaya a despejar el balón, grites a todo pulmón el “Ehhhhh” pero cambies el puto por otra palabra. A falta de creatividad, sugiero un “Ehhhhh, císcale”.

Sobre el autor: Arturo no es tan fanático del fútbol pero cree en el Fair Play y, cuando juega la Selección, se le puede ver vestido de pants rojos, playera verde y sudadera blanca.

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10 comentarios:

  1. Me gusta el texto, la realidad es que siempre he pensado que en México se habla históricamente del gay como ‘el jotito’. Se busca la caricaturización del homosexual a fin de quitarle la dignidad que nos haría en realidad cuestionarnos como sociedad, y comprender que es una persona como nosotros con una característica distinta que no lo hace valer menos o más. Solamente apuntaría un par de cosas, empezando con la definición de puto, es importante (según yo) colocar cada significado que le atribuye la RAE:
    puto, ta.

    (De puta).

    1. adj. U. como calificación denigratoria. Me quedé en la puta calle

    2. adj. Por antífrasis puede resultar encarecedor. Ha vuelto a ganar. ¡Qué puta suerte tiene!

    3. adj. necio (‖ tonto).

    4. m. Hombre que tiene concúbito con persona de su sexo.

    Segunda situación: decir que el mexicano y el fútbol somos uno, me parece una exageración. La realidad es que existe una gran cantidad de villamelones a los que el fútbol no les viene ni les va, simplemente se unen a la euforia del momento pero no tienen mucha idea de lo que sucede en un torneo, cada fin de semana, etc. Agrego un tercero: es muy complicado hablar de un mexicano promedio, sobre todo con base en los elementos que citas. Recuerdo mucho a un par de alemanes que de visita hace un par de años me decían: jurábamos que ustedes andaban a caballo y con sombrero.

    Tenemos tan grabado ese término para descalificar la hombría en el varón, que es muy complicado atacar el problema desde la punta del iceberg. Habría que cuestionar primero la doble moral, educar a los niños en la escuela y en la casa para así olvidarnos por completo de lo que pasa en los estadios, ya que sería reflejo inequívoco de la cultura obtenida en los espacios destinados para ello.

    Por último, quisiera rescatar la ineludible característica que adopta la masa: irresponsabilidad. Es muy sencillo unirte a una avalancha de adrenalina en donde pierdes nombre y rostro, la realidad es que la multitud siempre sacará lo peor de nosotros, seguramente porque remite a una de nuestras facetas más primitivas como sociedad. Bien por el texto, creo que la educación viene de las instituciones básicas y quisiera despedirme con una frase del señor Jorge Valdano, filósofo del balompié: el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes.

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  2. Gracias por tus comentarios Emilio. Me da gusto que te haya gustado la nota.

    Hago un par de observaciones: Normalmente no soy aficionado de hacer exageraciones, por eso me atreví a utilizar el término "mexicano promedio". Evidentemente es complejo imaginarse a un "mexicano promedio", y, concuerdo contigo, hay mucha gente que no le gusta el fútbol, pero que sí disfruta de su "mexicanidad" cuando juega la Selección - que a final de cuentas es cuando se repite más esta tradición. Lo que considero alarmante es que dentro de esa "mexicanidad" se esté arraigando (más) el uso de una palabra que es despectiva y que denigra y como dices, caricaturiza, al hombre gay.

    El otro comentario que quería hacer es sobre lo que hablas de la educación en la familia. En referencia a esto te comento que publiqué esta nota en mi perfil de Facebook y una amiga me comentó lo siguiente: "Fui a ver la final de la sub17 con mis hijos... y justo eso pensé... no quiero que crezcan con esas ideas de "pues es normal hasta en el estadio lo dicen" así que cuando me preguntó mi hijo que porque gritaban eso le contesté "oiste mal... gritan ehhhh no pudoooo!" - La familia es importante, claro; pero también lo es sacar estas costumbres de un juego que muchos mexicanos consideran la cosa más importante (entre las menos importantes).

    !Gracias por escribir!

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  3. Arturo, muy interesante lo que escribes. Es cierto que yo también me he unido a los gritos, pero no había reflexionado desde este punto de vista...

    Es cierto que en nuestro querido país falta muuuucho camino por recorrer para que exista una cultura no de tolerancia, sino de respeto y libertad.

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  4. Hola Ednita,

    Gracias por tus comentarios, me da gusto que el texto te haya puesto a reflexionar. Ese era el punto. Por mi parte sé que en el futuro será tentador unirse el grito, pero creo que me abstendré.

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  5. A mi me parece gracioso , pero en cuanto a homosexualidad tengo muchos comentarios.

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  6. Perdóname que insista pero en un estadio no se imparte educación, simplemente se demuestra o refleja. Sí, en cualquier lugar que se encuentren los infantes adquieren cultura, pero en este contexto, a mi entender, cultura y educación se interpretan en forma distinta. La raíz del problema es que en los sitios destinados a la educación del mexicano la homofobia es algo cotidiano, por ende, los lugares destinados a otras actividades simplemente reflejan las fallas de instituciones como la academia y la familia. En fin, pienso que cualquier forma de violencia, desde golpear a una persona por ser homosexual hasta gritarle puto a un portero son igual de reprobables, sin embargo, la solución a mi entender es una: educar en la tolerancia. No simplemente convencer a las personas que no es correcto gritar puto a una persona y tratar de explicar las implicaciones de la acción, para mí eso es una medida incompleta y superficial. En el estadio se refleja lo que ha faltado en la casa y en la escuela. Queremos soluciones rápidas y paliar un poco los síntomas, en vez de hacer un trabajo de raíz y, aunque nos tome más tiempo, buscar los orígenes de ese grito y arrancarlo de las gargantas pero para siempre y con total convencimiento del individuo.

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  7. Concuerdo plenamente contigo Emilio. El canto no es más que un reflejo de la educación familiar, académica y social (o falta de) en México en temas de tolerancia y aceptación a la diversidad.

    Con este escrito no era mi intención proponer una solución a la homofobia. Claramente el "grito" no es la raíz del problema. Como mencionas, la solución radica en actos como el de mi amiga Valeria quien, dentro del estadio, impartió una lección a sus hijos al considerar que era inapropiado que ellos crecieran pensando que es normal gritarle puto a la gente a los cuatro vientos.

    El único propósito que tenía este texto era dar de qué pensar a la gente que -sin necesariamente ser homofóbica- nunca había pensando en el trasfondo social y cultural que tiene esta costumbre.

    Muchas gracias por escribir y enriquecer esta conversación.

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  8. Y que me dices del super tipico: 'el ultimo en llegar es vieja' que se escucha diario en todas las escuelas del pais?

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  9. Felicidades Arturo por este nuevo blog y en especial por esta interesante reflexión! Los estaré siguiendo de cerca.

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